domingo, 6 de septiembre de 2015

Historias de la Segunda Guerra Mundial

Relato de la interceptación de B-17J
Junio 25 de 1943
Al amanecer de hoy al dirigirme al punto de dispersión, me sentí morir. Los otros pilotos y yo estuvimos bebiendo hasta las primeras horas del día. Las botellas inundaban la barra donde estuvimos bebiendo durante la noche.

El día se presentó nublado y esperamos que los yanquis nos dejen en pazal menos por un día. En la sala de operaciones del escuadrón no se reportaban informes sobre el enemigo. A las siete de la mañana se reporta la noticia de que concentraciones enemigas  aparecieron en el sector Dora- Dora. Todos los pilotos duermen aún, no los despierto, me dirijo al lugar de los aparatos. El informe del ingeniero manifiesta que todos los aviones se encuentran en condiciones de vuelo.

Voy hasta el comedor, donde cualquier alimento se presenta insípido. Es la primera vez que no me entusiasma la próxima misión. Apareció una extraña sensación en el estómago pero no es miedo, sino aversión e indiferencia. De la comandancia llega la orden de estar atentos a cualquier llamado. Los pilotos salen bostezando y después de comer algo se ponen los trajes de vuelo.

Atravesamos el campo hasta llegar a los aviones. Son las 8.11 cuando despegamos. Una a una se eleva las escuadrillas, en total son  cuarenta y cuatro aparatos. El enemigo se aproxima a la costa, y al parecer, hoy se dirige nuevamente a Wilhemshaven.
. Estamos volando entre cúmulos allá en las alturas, atravesamos valles y cavernas en formas de nubes.
Nuestros aviones se empequeñecen ante la majestuosidad.
Las fortalezas vuelan casi 3000 pies bajo nosotros, no están organizados en formación sino en masa ya sea solos  o en grupo de tres o cuatro.

Caemos en picada sobre ellos! La sorpresa fue perfecta. Nuestro ataque provoca un estado de completa confusión entre los americanos. Sobrevuelan buscando refugio entre las nubes.

Es imposible calcular el número, se asemejaba a un colmenar volcado. Por radio nos informan las posiciones para disparar. Hoy me acompaña un sargento joven que sale por primera vez en una misión de combate y es una excelente oportunidad de lograr una victoria              .
 
Durante el combate surge un relámpago ante mis ojos. Siento que mi mano golpea violentamente contra el lado derecho del cristal; mi guante derecho esta hecho trizas y la  sangre brota sin sentir ningún dolor; empuño el bastón con la mano herida, apunto la mira sobre mi enemigo y vacío el cargador de una sola andanada. Por fin, después de tanto, la fortaleza pierde altura y cae entre las nubes como una antorcha encendida. Hace rato que me encuentro desorientado, pienso que es un milagro que no se haya averiado el  motor y que siga en el aire. Utilizo las dos manos para aterrizar, el jefe de la cuadrilla se aterroriza al verme y lo último que escucho ya estando en tierra firme es:” está herido”!! Hasta el mediodía no regresa el último avión. La escuadrilla se anota dos victorias más.